Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1882-1883 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 22 de junio de 1883
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 138, 3307
Tema: Presupuestos generales del Estado para 1883-1884

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): La prueba de que yo no creía que la victoria me pudiera satisfacer, es que rehuyo la lucha y que no la busco; porque si la victoria pudiera serme satisfactoria, no sólo no rehuiría la lucha, sino que la buscaría; pero yo no quiero la victoria si ha de haber lucha, y además yo no creo la lucha necesaria; a mí me parece que no hay nada de lo que S. S. ve, ni pasa nada en el atmósfera que ofrezca peligro de ninguna especie. De suerte que a mí me parece innecesaria la lucha, a mí me parece innecesario el combate, y esa atmósfera que a S. S. le parece alarmar un poco, a mí no me alarma nada; es una atmósfera que no sale, no ya de las cercas de Madrid, sino ni aun de los muros de este recinto.

Créamelo S. S.; no hay necesidad de lucha ninguna; no hay necesidad de nada que despeje la atmósfera, está perfectamente despejada; si hay alguna nubecilla, ¿cuándo la hay? ¿En qué cielo no hay alguna nubecilla? Las hay; pero ellas se despejan. No tenga S. S. cuidado; se despejarán las que él percibe. Por consiguiente, yo insisto en creer que la lucha no es necesaria, ni aun conveniente; y como no la creo conveniente para los intereses del partido liberal ni para los intereses de la libertad, el Gobierno no la busca, ni la desea, ni la ve con gusto; pero comprenda S. S. que el Gobierno no estaría bien en su puesto si rehuyera la batalla que se presentase.

¿Es que S. S. la cree necesaria? ¿Es que cree que se debe dar la batalla? ¿Es que tiene alguna razón que yo no haya visto ni veo para darla? Pues déla en hora buena; el Gobierno lo sentirá, pero el Gobierno irá a la lucha que ha tratado de evitar, aunque vaya con sentimiento. Yo he dicho a S. S. que si no quiero la batalla no será porque tema la derrota, porque tengo la seguridad de la victoria; pero aún así y todo, con esa seguridad, no quiero la batalla; tan persuadido estoy de que no es conveniente. ¿Y para qué hemos de reñir? ¿Qué ha hecho el Gobierno a S. S. y a sus amigos? ¿Y qué han hecho S. S. y sus amigos al Gobierno? Nada. (El Sr. Martos: Se hace necesario un reconocimiento.) (Rumores)

Si basta un reconocimiento, eso no significa mucho; me doy desde luego por reconocido. (Risas.); y realmente, reconocimiento ya lo hemos tenido hoy. ¿Es que S. S. quiere hacer un reconocimiento más escrupuloso, más detenido, y quiere venir al campo de los adversarios? ¡pero si no nos consideramos adversarios de S. S.! De manera que el reconocimiento lo va a hacer S. S. en el campo de sus amigos, en su propio campo; pero en fin, si no es más que reconocimiento, venga el reconocimiento, que a eso no me opongo.

De todas maneras, creo ese reconocimiento inconveniente e innecesario, porque SS. SS. lo saben todo, lo han reconocido todo, no tienen más que reconocer, y a mi juicio, pueden resultar más inconvenientes del reconocimiento o de la batalla que esos inconvenientes que el Sr. Moret ve en la atmósfera y que en mi opinión no existen; y puesto que pueden resultar inconvenientes de una cosa, y de la otra no resulta nada, ¿a qué exponernos a sufrir unos y otros los inconvenientes? Créame S. S.: estoy hablando como amigo que desea, que busca, que quiere la conciliación y la armonía entre todos los elementos liberales, tanto de los que han reconocido ya la Monarquía, como de los que están al otro lado de los límites de esta institución, si vienen a ella, y bien venidos sean; y no desespero de que vengan, porque de la misma manera que han venido unos pueden venir los demás.

Deseo que vengan y que encuentren entre nosotros, los liberales monárquicos, bastante buen deseo, bastante amor a la libertad, para que se conformen con nuestros propósitos y nos ayuden a realizarlos; así es como yo quiero la armonía y la alianza con lo partidos de todas las izquierdas. No sé si esto es lo mismo que decía el Sr. Romero Robledo cuando indicaba su deseo de conciliación con otros lados de la Cámara. [3307]



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